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Algo importante y que debería ser entrenado desde pequeños para poder llevarlo a cabo durante toda la vida del individuo es el aprender a aprender.

Es fundamental, llegado el caso, ser capaces de dejar a un lado la resistencia al cambio, ser humildes y autoconocerse para aprender aquello que nos falta.

El educador, para desarrollar el potencial de sus pupilos, debe generar un clima propicio, conocer a quienes tienes delante y establecer unas metas con un plan de acción y evaluación inicial, continua y final.

Entre las enseñanzas debe estar también el conocer las emociones y saber enfrentarse a ellas: por qué siento esto y cómo puedo afrontarlo.

Además, el alumno debe orientarse hacia un fin. Una herramienta muy útil y divertida con la que trabajar la proyección hacia el futuro es la creación de un mandala. Así, ayudará al alumno a establecer un plan para conseguir una serie de metas a corto, medio y largo plazo.

Los centros educativos en el siglo XXI ya no pueden ser meros lugares donde repetir memorísticamente unos textos o limitarse a evaluar solamente contenidos.

Todos hemos conocido alumnos brillantes que en la adultez no han conseguido el éxito que se les auguraba por carecer, por ejemplo, de habilidades sociales y, por otro lado, alumnos más mediocres que han alcanzado reconocimiento por cualidades como la resistencia a la frustración o saber trabajar en equipo.

Así pues, toca renovar creencias limitantes en el ámbito educativo y trabajar para sacar lo mejor de cada alumno: educación en la diversidad.

 

Fátima Fernández Márquez

Coach AICM Nº 12803

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