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“Las escuelas sirven a la misma función social que las cárceles y los psiquiátricos”. M. Foucault.

 

No te dejes engañar, las escuelas sirven para que las personas sean productivas para la sociedad. Y no, no quiero decir con esto que el profesorado de tus hijos e hijas no se preocupe por ellos y por su educación. El personal docente, me atrevería a decir que el 90%, ama su trabajo y quiere lo mejor para su alumnado. Pero en términos educativos, refiriéndonos a la institución, tus hijos e hijas serán “personas de bien” si son productivos y útiles para la sociedad.

Si la institución educativa quisiera lo mejor para el alumnado, en el colegio no aprenderían el Mínimo Común Múltiplo, por poner un ejemplo de tantos (yo aún no lo he usado fuera del colegio, ¿y tu?). Sin embargo, si tuvieran asignaturas como gestión emocional, educación afectivo sexual, diversidad corporal y alguna otra, posiblemente con un nombre rimbombante, aprenderían a hacer la declaración de la renta o darse de alta como autónomos, etc…

¡Qué importante es la gestión emocional desde edades tempranas y qué poca atención se le presta! Imagina que tu hija aprendiera a tolerar su frustración, que no siempre las cosas salen como queremos y que no pasa nada; que tu hijo supiera donde están sus límites y cuál es el momento de pedir ayuda. Imagínate que tus hijos e hijas no se sintieran presionados por sus iguales o por la sociedad para mantener relaciones sexuales (aunque no quisieran, pero es que todos sus compañeros y compañeras lo hacen y lo dicen en las canciones de reguetón); que aprendieran que el amor es amor, no importa de donde venga, no importa si son dos hombres, dos mujeres, trans, bi, queer o no binarios; que conocieran todos los métodos anticonceptivos que existen y que están a su alcance. Que el VIH no es una condena a muerte y que si tienen una pareja con VHI hay tratamiento de profilaxis para que no se contagie, obviamente usando condón (se llama PrEP, porque seguro que tu tampoco lo sabias y ahora quieres buscarlo).

Imagina por un segundo que las nuevas generaciones aprenden que existen muchos cuerpos no normativos, y que son tan válidos como los que consideramos normales; que da igual que peses 100 kilos o que peses 40; que da igual que te falte una pierna, que tengas 6 dedos o que tengas alopecia. Imagina por un momento que acabamos con el acoso escolar o bullying (y seguro que cuando esos niños y niñas sean grandes tampoco sufrirán acoso laboral ni serán acosadores).

Imagina por un momento que educamos a niños y niñas no provechosos para la economía, sino que educamos a niños y niñas preparados para vivir en una sociedad de iguales. Imagina que tenemos una nueva generación de personas sanas mentalmente y preparada para afrontar los retos de la vida diaria. ¡Imagínate que conseguimos una generación de niños y niñas felices, con sus altibajos, pero felices! ¡¡Qué locura!! Eso no hay economía que lo soporte.

Como leí́ una vez en Twitter a Srta. Calabaza (@coculosa): “Imagínate la que se podría liar si cada uno se acepta tal y como es. Todo el mundo ahí́, siendo feliz. Menos mal que no, que somos todos idiotas…”

En síntesis: necesitamos un cambio educativo, donde tenga el mismo peso el formar a niños y niñas competentes como a niños y niñas felices. Que un sistema de notas como el que tenemos sólo favorece la competitividad y no la cooperación; favorece la frustración (algunos, por más que lo intentan, no llegan ¡y está bien! No pasa nada); no fomenta la creatividad, ni el

autoconocimiento, ni el crecimiento como persona. Nos falta hacer mucho más en las escuelas. Nos queda tanto trabajo por hacer.

 

María Del Cristo Lorenzo Pérez

Psicóloga y Coach AICM Nº 12959

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