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                                     “Cada historia de éxito, es una historia de constante adaptación, revisión y cambio”

                                                                                              (Richard Branson)

 

En la actualidad la mayoría de escolares estudian a través de internet y una de las consecuencias es que se alejan de la escritura con lápiz y papel. Los jóvenes registran sus notas y mensajes en su PC, tableta o teléfono móvil, aunque los más pequeños todavía utilizan con frecuencia el lápiz negro o de color, pero a pesar de toda la tecnología, siempre se necesitará el famoso lápiz, herramienta utilizada durante el periodo más largo de nuestra historia. Tal vez tanto ustedes como yo, alguna vez nos hemos preguntado, ¿de que esta hecho el lápiz?, y recuerdo que sin darle mucha importancia me respondía: es de carbón, pero cuando veía el carbón real, era diferente. Un día cualquiera lo averigüé, y no era de puro carbón; tema que hoy deseo compartir.

Se ha visto que los dibujos rupestres de la prehistoria, estaban realizados con un material que hoy se conoce como grafito, esta piedra la molían y la mezclaban con grasas y saliva, obteniendo así una masa que podía penetrar en los poros de las rocas, motivo por el cual esas pinturas aún se conservan. Pero el tiempo ocultó esta historia por miles de años y no pudo ser compartida. Las civilizaciones siguientes empezaban nuevamente a descubrir como poder plasmar la escritura. Sucedió que en unos campos de Inglaterra en el año de 1564, hubo una tormenta derribando algunos árboles, y los campesino que por allí vivían, vieron con asombro que las raíces de los árboles  estaban cubiertas con una masa negra, luego se sucedieron investigaciones y se supo que se trataba de un lugar con minas de grafito, que es un derivado de la piedra de carbón, después de este hallazgo las piedras se utilizaban para marcar el ganado, hubo quienes las cortaban en trozos de diferentes grosores para comercializarlas. Su fama se extendió y se crearon talleres familiares que lograron diferentes diseños de corte y grosor para diferentes usos, incluso para escribir como se muestra en la foto (1). Los dos talleres que registraron su marca fueron la familia Faber en Alemania (1660) de la cual se tiene el primer registro documentado y la familia de Francisco Staedtler en (1662), creador del primer lápiz de color, y con el tiempo se constituyeron como empresas que existen hasta nuestros días.

Existió un tercer nombre: Nicolas Jacques Conté (1795), un militar francés, considerado un gran inventor, a quien se le pidió que inventara algo que reemplazara al grafito, porque había escasez, y su valor se había elevado mucho, consiguiéndolo en pocos días.  Se le ocurrió mezclar polvo de grafito,  polvo de azufre, arcilla y agua, lo horneó a temperaturas de 1.040° C, consiguiendo una mezcla que vertió en unas fundas de madera, logrando así el diseño que caracteriza al lápiz actual, además descubrió que según el porcentaje de material que mezclara, podía obtener diferentes texturas y durezas.  Kaspar Faber actualizó sus técnicas e implementos y su empresa se fortaleció.  Aquí es donde yo observo una herramienta del pasado, presente y futuro, recordando que los seres de la prehistoria, curiosamente también convirtieron el grafito en polvo para producir una mezcla y poder utilizarlo con mejores resultados.

“El crecimiento nunca es por mera casualidad; es el resultado de fuerzas que trabajan juntas”

(James Cash Penney)

Los talleres originales de los famoso lápices, se fue heredando de generación en generación, es así que una bisnieta heredera de la familia Faber se casó con el Conde Alexander Zu Castell en 1900 y éste toma las riendas de la compañía pasando a ser la conocida empresa Faber Castell, ellos establecen la escala estándar de dureza y grosor HB, siendo en la actualidad el mayor fabricante de lápices y colores del mundo.

La motivación y la perseverancia de estos artesanos los mantuvo inflexibles ante las adversidades de la época, y pasaron las barreras del tiempo. Me parece una historia ejemplar para compartirla con los niños, mientras confeccionamos unos lápices en origami, que pueden utilizarse como marcadores de página. El origami es el arte de armar figuras de papel siguiendo los trazos que se marcan. Este arte ayuda a desarrolla la creatividad, la concentración y fortalece la motricidad fina, siendo una fuente de distracción para todas las edades.

Materiales: una lámina de papel de 7.5×15, que es la mitad de una hoja convencional de origami. Vale tener en cuenta, que el lápiz de origami se trabaja con medidas rectangulares, mientras más delgada sea la lámina, el resultado será un lápiz mas delgado como se ve en las muestras del final.

 

María Mizuno

Coach AICM Nº 12154

 

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