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“No solo lo congénito, sino lo adquirido forma al hombre” (Johann W. Goethe)

 

Las ciencias que estudian la evolución del hombre en sociedad afirman que el hombre es producto de su medio. Pienso que es innegable esta declaración, porque el ser humano vive desarrollándose y trabajando en sociedad, la cual modela al hombre, provocando cambios que repercuten en si mismo, y a la vez en la misma sociedad. Por historia, sabemos que antiguamente la forma de vida de muchos grupos sociales eran las guerras constantes para alcanzar el poder, esta forma de vida se heredaba por generaciones, adueñándose del mundo, y tratando a los rehenes sin valor humano, hasta que, del mismo grupo y producto de la misma humanidad aparecía alguien que deseaba la paz, con lo que gracias a ellos la sociedad fue cambiando. En esta oportunidad compartiré brevemente un extracto que encontré en internet sobre la antigua sociedad de Japón, y que según diferentes historiadores fue única en el mundo.

En el año 1.543 nace un niño de una familia de la casta Samurái recibiendo el nombre de Tokugawa Ieyasu, a quien desde muy pequeño le cambiaron los juguetes por la espada, educándolo de manera que se desarrollara en él el espíritu combativo de un samurái, objetivo conseguido y desarrollando además por sus características personales otras cualidades, virtudes y defectos que lo convirtieron en un ser poderoso e invencible. Tokugawa Ieyasu fue la persona que cambio la historia de Japón y sentó las bases de la sociedad actual.

El año en que nace Tokugawa Ieyasu, llegó a Japón el primer barco portugués con sus deseos de conquista y de comercio. La conquista no pudieron conseguirla, pero si consiguieron las relaciones comerciales por el interés en las armas de fuego que impactaron a los japoneses. Los portugueses de aquella época contaron sus experiencias a  Europa, refiriéndose a Japón como una sociedad diferente a todas las que habían conocido, ya que la población mostraba mucho orden y respeto por sus superiores, pero a la vez con grandes ansias de poder, donde la misma familia era entregada como garantía de los tratos que formalizaban las castas samurái, no acumulando riquezas y todas sus ganancias eran utilizadas para mantener el status de sus grupos, ya fuera para sus atuendos de guerra, ropa y armamento, o para construir palacios que eran símbolos de poder. Nadie confiaba en nadie, por lo que dormían con la espada bajo la almohada, estando día y noche listos para cualquier ataque. Durante 50 años los portugueses fueron consentidos así como los jesuitas, que lograron evangelizar y crear iglesias distribuidas por todo el territorio. Durante todo este tiempo Tokugawa Ieyasu fue formándose como un buen guerrero, siendo conocido por su astucia, por su bondad y por su crueldad, creando vínculos familiares a través de los pactos que realizaba por todo el país,  formando una red de espías que lo mantenían informado de cada movimiento de sus adversarios, lo que le permitía ganar en las batallas,  ya que sabía esperar el momento adecuado para atacar, luchando al lado de su gente en las batallas, generando sentimientos de admiración, confianza y respeto, hasta que le llegó la oportunidad que tanto anhelaba, venciendo en la famosa batalla de Sekigahara, donde Tokugawa Ieyasu consiguió el poder sobre Japón,  iniciándose ese día la nueva era Edo. Ya en el poder eliminó a quienes considero una amenaza para su estabilidad y expulso a todos los extranjeros incluidos los portugueses y los Jesuitas, nadie podía salir ni entrar del país, durante muchos años se vivió algo parecido al toque de queda de nuestro tiempo. Estando ya mayor y cansado de tantas guerras, lo primero que hizo antes de morir, fue perfeccionar su política feudal, definiendo con precisión las clases sociales y estableciendo muchos códigos que beneficiaban a la población, como impartir educación civil y moral, con base en las enseñanzas del Confucionismo de la China y del budismo de la India, de esta manera la población se fue civilizando y desarrollando con el tiempo hacia una sociedad pacífica. Reconstruyó el país, mandó edificar puentes, canales y palacios, toda la población fue censada y registrada. A la edad de 75 años cayó enfermo, no pudiendo recuperarse y al fallecer dejó Japón como un país unificado y pacífico, bajo el dominio de la dinastía Tokugawa que se mantuvo por 250 años, como era su sueño de Samurái. A pesar de los cambios en el tiempo, las tradiciones culturales, la ética social y las jerarquías, siguen siendo valores que se mantienen hasta el Japón actual.

Tuve la oportunidad de visitar el territorio de la batalla de Sekigahara, donde han creado un parque con figuras de tamaño real, representando escenas de la época samurái y de la batalla que cambió la historia de Japón. Me gustó saber que cada año la ciudad de Sekigahara realiza un evento donde invitan a la población para que pinten las figuras del parque, siendo los niños los que más gozan con esta actividad, y al terminarla cuelgan un cartelito con su nombre en la figura que pintaron, lo cual es muestra de una educación contextual, que despierta la curiosidad y el interés por conocer la historia de su propio territorio, además de reforzar lo estudiado en las aulas del colegio.

“La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo” Nelson Mandela.

Existían algunos accesorios que completaban el atuendo samurái, como un abanico que lo llevaban incluso en las batallas donde escribían las notas importantes, dos espadas, una grande para combatir y otra pequeña para usarla si fuera necesario, y el casco con un diseño que transmitía fuerza y poder. Por la historia expuesta, pensé que sería interesante realizar en origami un casco Samurái, para que compartan con sus niños. Esta técnica del origami además de ser un arte, al practicarla repetidamente desarrolla la concentración y la creatividad, además de fortalecer la motricidad fina necesaria para realizar trabajos de precisión.

Materiales:

  • Una lámina de papel de 15 cm. X 15 cm.

Pueden armarlo en un tamaño más grande para poder usarlo en sus cabezas como disfraz.

 

María Mizuno

Coach AICM Nº 12154

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