La adicción a la heroína se muestra sin tapujos en la famosa “Trainspotting”, película de 1996, ambientada en Edimburgo, en la que Renton y sus amigos se ven sumergidos en una espiral de autodestrucción. Es también la droga de “Quien a hierro mata”, película reciente cuyo protagonista es el famoso y aclamado actor gallego Luis Tosar.
La heroína es un derivado del opio, concretamente de la planta de la morfina, cuya cápsula se llama “adormidera”, de la que se extrae una resina que es la sustancia activa. El opio se puede observar, por ejemplo, consumido de forma elegante, en fumaderos de China de ya algún siglo anterior. Se comercializa ilegalmente en dosis llamadas “papelinas”. Poderoso narcótico, actúa como depresor del Sistema Nervioso Central.
La tolerancia y la dependencia llegan rápidamente. Los síntomas de abstinencia se parecen a los del catarro, con gran sufrimiento psicológico y depresión.
Durante años, la adicción a esta droga se convierte en una auténtica epidemia entre los jóvenes, a lo que contribuye un gran desconocimiento sobre las adicciones. Es la droga de moda. “La heroína no es un subidón. Es una forma de vida”, escribe Burroughs (escritor de la generación Beat) en la novela “Yonqui” en 1953. “Uno se hace adicto a los narcóticos porque carece de motivaciones fuertes que lo lleven a cualquier otra dirección. La droga llena un vacío.” Se convierte en un estilo de vida.
El tiempo pasa a estar regulado por la droga. El poder del colocón es tan intenso que lleva a dejar de interesarse por cualquier otra experiencia. Absorbe toda la vida. Una práctica aún más peligrosa es mezclar heroína y cocaína en una speedball. Las consecuencias físicas más resaltables son: pérdida de apetito, estreñimiento, aumento del ritmo cardíaco, espasmos musculares, pupilas contraídas, hepatitis y abscesos. Hay riesgo de contraer el virus de inmunodeficiencia si se comparten utensilios intravenosos.
Tomar narcóticos para reducir la ansiedad solo para sentirse bien, en ausencia de dolor físico, conduce con mucha facilidad al uso habitual y la adicción. El tratamiento farmacológico más utilizado es la metadona (opiáceo sintético que bloquea el efecto de la heroína). También se hace necesario tratamiento psicoterapéutico. El Coaching ayuda a establecer objetivos y actúa como motivador, a la vez que propicia la reflexión. Éste es un gran apoyo, finalizado el tratamiento, para reconducir la propia vida, pues cuando se deja esta droga, se deja una manera de vivir.
El coachee se responsabiliza, con ayuda, de su nuevo proyecto existencial.
Fátima Fernández Márquez
Coach 12803
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