Cuando la edad avanza, hay personas que se resisten a asumir responsabilidades propias de su edad o pretenden vivir como el eterno Peter Pan.
Una persona inmadura se reconoce por varias características:
- Hay un importante desfase entre la edad cronológica y la mental. Por ejemplo, seguir llevando una vida de quinceañero con bien entrada la treintena.
- Desconoce las propias limitaciones. Incluso ve todo de una manera fantasiosamente positiva. No piensa en el futuro.
- Inestabilidad emocional.
- Poca o nula responsabilidad.
- Ausencia de un proyecto de vida.
- Poca educación de voluntad. El eterno niño mimado. Por ejemplo, alguien a quien sus padres le siguen pagando las facturas a los cuarenta años y pese a no tener limitaciones que le impidan trabajar y pagárselas por sí mismo.
- Criterios morales y éticos inestables. Incluso las ideologías son según moda/tendencia.
- Es el eterno adolescente.
¿Cómo se comporta alguien así en pareja?
- Desde el primer momento, edifica la vida sentimental sobre una base poco sólida e incoherente.
- No sabe dar ni recibir amor.
- Es incapaz de elaborar un proyecto común y responsable con otra persona.
- No entiende que la relación implica voluntad y compromiso. Todo es aquí, ahora y a capricho.
- Se cree merecedora de todo a cambio de nada o de migajas.
Es importante reconocer a estas personas si no se quiere salir agotado o herido de una relación interpersonal donde uno de los dos solamente jugará el papel de alguien fantasioso, irresponsable y sin un mínimo proyecto vital coherente, y, además, cualquier tipo de culpa recaerá siempre en el otro.