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¿Se puede mantener la atención plena en medio de circunstancias adversas?

Cuando no hay dificultades parece que es más fácil buscar un tiempo para meditar, disfrutar y ser consciente de cada instante, pero, ¿es posible cuando nos vienen mal dadas?

¡Sí! El surf enseña muchas cosas sobre la vida y la atención plena, porque hay grandes paralelismos. Cuando una ola te revuelca (o una adversidad que te pone la vida), te ves sumergido en esa circunstancia y parece que no hay salida. Sin embargo, el cuerpo, que es sabio, de forma natural agudiza los sentidos, trata de sobrevivir y pone toda la atención en la respiración, y manteniendo la calma busca la orientación, la salida a la superficie. Cada caída bajo el agua es simbólicamente como un parto, o un volver a nacer. No en vano, en muchas tradiciones, hay rituales de bautismo (inmersión), que simbólicamente identifican estar bajo el agua con la muerte, y salir a la superficie como renacer a una vida nueva.

El surf, como la vida, me ha ayudado a ser positivo y ver en las circunstancias adversas lo que sí hay, lo que sí tengo, ante la tentación de una mentalidad confusa que mira sólo lo que falta y las dificultades. Es muy importante darle importancia a nuestro diálogo interno, porque a veces el miedo y el pesimismo conducen a una baja autoestima, donde todo se viene encima, como las olas que me superan, me hunden y me arrastran.

En el surf, como en la vida, hay que tomar decisiones rápidas ante las dificultades y no se pueden posponer. Me ayuda saber que tengo algo donde agarrarme y me tengo a mí, confiando en que siempre hay una salida. Valorar algo tan sencillo como el aire, que respiro cada instante y me mantiene bajo el agua en apnea, es mi tesoro.

El surf enseña lo espontáneo, lo natural, la conexión con uno mismo y con la naturaleza, el autoconocimiento emocional, enseña a levantarte y comenzar de nuevo, la importancia de la dedicación y el esfuerzo, la apertura a la magia, al amor, la intimidad y el silencio que proporciona el mar, la importancia de respirar y vivir.

El surf no ayuda sólo a tomar conciencia de uno mismo, sino también de estar delante de una Presencia, del mar y su misterio, las olas, el cielo, el sol, el aire, la Creación entera. Ahí no me siento solo en el mundo, sino que me percibo como una bella figura en medio de un paisaje donde encuentro mi lugar. Esta conciencia me abre a la trascendencia, a lo sobrenatural, porque experimento que no todo depende de mí, que hay situaciones y vivencias que se me presentan como un regalo, lo que menos espero, cuando menos lo espero, como menos habría imaginado.

Esta conciencia me lleva al agradecimiento después de la sesión de surf, y a la petición interna antes de entrar al agua: pido y proyecto tener una buena sesión, estar atento y elegir bien para evitar lesiones o daños, relajar la mente para poder disfrutar, eliminar el juicio mental que me lleva a un lenguaje destructivo conmigo mismo. Valorar lo que sí hay, o lo que sí he hecho bien, sacar el aprendizaje de cada ola fallida, valorando y aprendiendo también de lo positivo. Y sobre todo, como en la vida, tratar de disfrutar, fluir, dejar que el cuerpo actúe como sabe de forma natural, sin que la mente quiera técnicamente tener todo controlado sólo desde un punto de vista racional.

La experiencia bajo el agua es como estar en el útero materno hacia un nuevo nacimiento: silencio, oscuridad, respiración, fuerza, atención, concentración. Me tengo a mí. Mi cuerpo. Respiro. Siento. Agradezco. Confiaré y no temeré. Consolación. Promesa cumplida. Libertad. Alegría. Paz.

 

José Antonio Belmonte Aguilar

Coach AICM Nº13370

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