Con el pasar de los años he venido analizando, leyendo, reflexionando sobre el camino hacia el progreso y el desarrollo. Mi búsqueda interna y externa me lleva a la educación como origen fundamental de la transformación social.
Andrés Oppenheimer, en su libro ¡Basta de Historias!, afirma que la mala calidad de la educación produce la desigualdad social porque condena a la marginación a una buena parte de la población. Estas palabras de Oppenheimer recuerdan el flagelo de la deserción escolar que vivimos con intensidad en nuestra Región Caribe. Si bien la deserción tiene muchos componentes en gran parte influenciados por duros contextos socio-económicos, una causa raíz del mismo es el bajo desempeño académico de los estudiantes y las medidas que adoptan los sistemas escolares al respecto. Medidas que obstaculizan los proyectos educativos de cada estudiante, los hacen retroceder dejándolos rezagados de sus demás compañeros y amigos con el argumento de no haber alcanzado los logros previstos para el nivel correspondiente y que lo mas conveniente es repetir el grado, descargando toda la responsabilidad de su “fracaso” al estudiante, impactando su autoestima, la confianza en si mismo, subestimando sus potencialidades, causándole frustración y dándoles motivos para abandonar su programa formativo. Antes que esa voz interior, retumbante, que le sugiere al alumno “El estudio NO es para mí”, suba el volumen, debemos dar una mirada a otro protagonista en los procesos de aprendizaje, el profesor.
Sin duda los profesores cumplen una labor fundamental, relevante y en nuestro contexto local, heroica. Con pocas herramientas y estímulos, inmersos en ambientes que no favorecen el desarrollo de sus funciones, llegan a dar lo mejor de sí, para educar a niños y jóvenes. La responsabilidad no es poca, el desafío que tienen estos titanes de la educación es lograr que cada uno de sus alumnos salga de sus aulas de clases transformado, no solo creciendo en conocimiento sino siendo una mejor versión de si mismos. Deben entregar a la sociedad seres humanos competentes, capaces de poner sus talentos al servicio de los demás y que piensen en el bien común antes que en el individual. El profesor cumple un rol fundamental, de gran responsabilidad y compromiso social. Se deben poner a disposición los medios necesarios para desarrollar en ellos las competencias, las habilidades y darles las herramientas requeridas para potenciar a sus estudiantes, que serán el futuro de la sociedad.
Lo anterior mencionado va de la mano de políticas de estado que eleven el estatus de la profesión de educador. Esto lo han comprendido claramente e implementado países como Finlandia que, a pesar de su pequeño tamaño, está en las primeras ubicaciones del ranking mundial de competitividad internacional del foro económico mundial, tomando como palanca el fortalecimiento de la educación. En su libro, Openhaimer, resalta que la clave de este progreso en ese país en relación a su sistema educativo ha sido concentrarse en los maestros, en elevar la calidad, exigencia y su nivel de formación, asignar buenos salarios, beneficios y horarios flexibles, volviéndose en una profesión cada vez mas popular y con un elevado estatus social. Este mismo efecto se ve en países como Singapur, ubicado en el primer lugar del ranking global de competitividad del 2019 y en donde la docencia es una profesión bien paga y de gran prestigio social, solo buscan los mejores para las carreras de educación, los profesores están bien preparados y son muy bien valorados.
En relación a la preparación de los profesores y buscando su desarrollo profesional, se puede encontrar en el coaching un medio que posibilita el aprendizaje de valiosas técnicas y herramientas y la generación de competencias en los maestros para lograr la identificación y potenciar los talentos naturales en sus estudiantes, empoderándolos en su propio proceso de aprendizaje, invitándolos a salir constantemente de zonas de confort, trazándose objetivos, buscando alternativas, posibles soluciones, y planteándose acciones concretas para llegar a estos objetivos.
El profesor como coach será un facilitador para que el estudiante se conozca a si mismo, sea consiente de la realidad de la que parte y de su responsabilidad en el proceso de aprendizaje, descubriendo sus puntos fuertes y formas diferentes de hacer las cosas, teniendo diversos puntos de vista y ópticas de una misma situación, lo que promueve la reflexión, el debate y el pensamiento crítico y amplia la visión de su propio futuro, incentivándolo a superar obstáculos que muchas veces hacen parte de sus propias creencias limitantes. Como cita Sir John Whitmore en su libro sobre Coaching, el método para mejorar el rendimiento de las personas: “el coaching no consiste en absoluto en enseñar, sino en crear las condiciones necesarias para el aprendizaje y el crecimiento personal” “el proceso de coaching fomenta la evolución en cada etapa, porque la evolución procede del interior y jamás puede enseñarse desde una postura prescriptiva”
Formar profesores en coaching educativo es brindar a los estudiantes una experiencia de aprendizaje enriquecedora, novedosa y transformadora. Es darles también a los profesores la oportunidad de romper con sus paradigmas y juicios preconcebidos sobre si mismos y los demás, que conozcan sus propias barreras y aprendan a descubrir alternativas para hacer mejor sus funciones. Un profesor coach comprende muy bien su responsabilidad en el crecimiento integral del estudiante y su compromiso con el futuro de la sociedad, como dice Juan Fernando Bou en su libro sobre coaching educativo: “El fin ultimo de la educación y el aprendizaje debe ser, sacar a la luz el talento de cada uno de nosotros”.
Debemos ver en nuestro país a la educación como un pilar esencial y palanca de desarrollo, a los profesores y estudiantes como actores principales en este proceso y al coaching educativo como un medio útil para lograr una educación de calidad, innovadora y flexible, que permita el cierre de brechas sociales, aumentando el progreso y la competitividad.
Juan Manuel Diago
Coach AICM Nº 12189
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