“El pajarito canta, aunque la rama cruja, porque sabe lo que son sus alas” (Anónimo)
En la década de los 80 tuve la oportunidad de trabajar en el colegio Santa Maria de Cervelló de la Congregación Mercedaria en Perú, mi país natal, como profesora de arte con niños de primaria. La herramienta de trabajo que utilicé fue la educación psicomotriz quedando muy complacida con los resultados, ya que cada día que entraba en el aula, veía alumnos motivados, caritas felices y además padres muy dispuestos a colaborar con el programa que elaboré. Esta buena experiencia que tuve con los niños me motivo para seguir investigando y estudiando sobre los beneficios de la educación psicomotriz.
Por aquellos años, la Educación Psicomotriz se transmitía a los profesionales a través de talleres de formación, pues se conocían los beneficios que aportaba al desarrollo de los niños; en la actualidad ya es una disciplina científica que estudia la relación entre la mente y el cuerpo, de ahí su nombre, psico que se refiere a la actividad psíquica y emocional, y motricidad que se refiere a las acciones que implican movimiento de la musculatura corporal, puede verse como las dos caras de un proceso único como es el desarrollo integral de la persona.
Desde que el niño nace, y sin saberlo practica ya la psicomotricidad con sus movimientos reflejos, dando patadas, estirando sus piernas y sus brazos, con lo que su musculatura se va fortaleciendo para luego poder gatear, sentarse, pararse y mantener su equilibrio corporal, en paralelo fortalece también sus manos al agarrar y manipular los objetos, llevarlos a la boca, etc., pero a veces por diferentes situaciones, hay niños que sufren algún retraso en su desarrollo, entonces es urgente la intervención de un especialista, para poder nivelarlos con los niños de su edad y no se vea afectado su aprendizaje en la etapa escolar. Para facilitar su estudio e intervención la educación psicomotriz identifica la motricidad gruesa que se refiere a cualquier gran movimiento que se realice con los brazos, piernas y con el cuerpo como un todo, y la motricidad fina se refiere la facultad de hacer movimientos más pequeños y que requieren precisión donde intervienen las manos, muñecas, dedos, labios y lengua, en conexión con el sistema nervioso central. En este aspecto relacional de la psicomotricidad, también se encuentra inserto el lenguaje, que es otro instrumento del desarrollo psíquico. El neuropsicólogo y médico ruso Alexander Luria (1902-1977) afirmaba que, el primer lenguaje del niño esta funcionalmente ligado a la acción, pero a medida que el niño avanza en su desarrollo y puede referirse a los objetos no presentes, el lenguaje se va independizando de la acción y le permite crear nuevas relaciones.
Hay distintas formas de intervención psicomotriz según las edades y ámbitos en los que se aplica, como son el preventivo, educativo, reeducativo y terapéutico y es aplicable a todas las edades, aunque el nombre de la intervención varíe, y el tipo de ejercicios también según el caso en el que se aplique, el objetivo en general es el mismo: desarrollar, recuperar o fortalecer la funcionalidad del organismo, tanto en lo físico como en lo emocional. Los buenos resultados son posibles gracias a la ya conocida “plasticidad cerebral”, que es la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse anatómica y funcionalmente, después de estar sujeto a influencias patológicas ambientales o del desarrollo, incluyendo las deficiencias que se pueden tener a nivel del aprendizaje. En mi trabajo actual como auxiliar de enfermera en el hospital neurológico de Yokohama, veo muy de cerca el trabajo de los terapeutas con los pacientes que han sufrido algún accidente o un ictus, y tienen que recuperar las funciones perdidas, el trabajo es intenso y repetitivo y los resultados son visibles gracias a la plasticidad cerebral.
En la etapa preescolar y escolar, el objetivo específico es que el niño/a conozca su cuerpo, lo que puede hacer y expresar con él, descubrir sus sentidos y como a través de ellos puede conocer el mundo que le rodea, así como las emociones que estas experiencias le brindan. Al pasar el tiempo conocerán sus fortalezas y también sus debilidades, lo cual los dotará de flexibilidad para adaptarse a la realidad que les toque vivir, logrando ser personas seguras de sí mismas.
“Las actividades propuestas al niño, son las que permitirán a su cuerpo, disponer de todas las cualidades que posee en potencia” (Defontaine)
Para trabajar con niños la mejor forma es a través del juego, sin forzarlos y que la actividad les resulte divertida. Mi deseo al participar en este prestigioso blog de AICM, es llegar a los niños de edad escolar a través de los padres, a quienes les ofrezco algunas herramientas dirigidas a fortalecer la motricidad fina, necesaria para el aprendizaje de la lecto-escritura, ejercitando la coordinación ojo-mano, ejercicio que realizamos al armar figuras de papel, pintando, pegando, recortando, etc., actividades que requieren de precisión, concentración y creatividad. Empezamos el primer trabajo de este nuevo año 2021 con unos lindos pajaritos hechos de papel.
Materiales: Una lámina de papel de 15cmx15cm. Después de recortar las figuras en pares, unirlas con pegamento para darle forma, el resultado será un pajarito que se puede balancear por la curvatura de su cuerpo.