Comparte

 

Existen diversas situaciones en las que las relaciones sociales se pueden hacer cuesta arriba. Las hay impuestas, como en el caso de los recientes confinamientos y las hay por propia personalidad como puede ser en el caso de las personas que padecen, por ejemplo, timidez, fobia social, agorafobia…

Se piensa que las personas que desarrollan fobia social se han podido quedar estancadas en la etapa normal de timidez que todos los niños atraviesan entre los 3 y los 7 años.

La fobia social puede ser específica a ciertas situaciones o llegar a constituir un trastorno de personalidad por evitación. Puede llevar a ataques de pánico y suele estar asociada a una baja autoestima. Se puede ver reforzada por determinadas situaciones sociales como son el ser víctima de acoso escolar.

Un ejemplo podría ser Raj, uno de los protagonistas de la conocida serie The Big Bang Theory, con su mutismo selectivo llevado a la edad adulta.

Hay un gran miedo a hacer el ridículo, al rechazo o a resultar personalmente poco interesante. Se temen las críticas. La persona no se implicará con otros si no está seguro de que va a agradar.

En el trastorno de la personalidad por evitación se llega a evitar trabajos que impliquen un contacto interpersonal importante y hay una gran represión en las relaciones íntimas.

La agorafobia es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a los lugares donde no se puede recibir ayuda, por temor a sufrir una crisis de pánico. Se produce una evitación casi permanente de muchas situaciones: estar solo fuera de casa, sitios con mucha gente, viajar en metro o avión…Todo esto produce muchas limitaciones a la hora de poder realizar planes o interactuar con otros o incluso para la propia vida diaria en general.

Hay una alta presencia de comorbilidad entre la agorafobia y la fobia social o la ansiedad generalizada. Hasta casi un 4% de la población sufre trastorno de pánico con o sin agorafobia. Al afectado le produce depresión y desmoralización.

Es necesaria ayuda psicológica y desensibilización, y el coaching puede ser una gran fuente de ayuda en la consecución de metas en el proceso de toma de conciencia del problema y su afrontamiento. El coach es un acompañante en el que confiar y, más que nunca, será fundamental el trabajo para ganarse esa confianza del coachee.

 

Fátima Fernández Márquez

Coach AICM Nº12803

Más información de la autora aquí