En la sociedad en la que vivimos, donde triunfan los juegos online y series como El juego del calamar (en la que se ven perfiles con absoluta patología), toca hablar de un problema que causa estragos económicos, pero también familiares y sociolaborales: la adicción al juego. Es un problema que también se observa en la actualidad en adolescentes.
Hay un proceso durante el cual una persona pasa de ser jugador social u ocasional a jugador patológico. En ese proceso se podrían distinguir tres fases:
- Fase de ganancias: el futuro adicto juega todavía poco, consigue algún premio y comienza a dar importancia a las ganancias mientras minimiza la que tienen las pérdidas.
- Fase de pérdidas: aumenta la frecuencia del juego y la cantidad jugada, lo que incrementa las pérdidas. Para hacer frente a las mismas, se va endeudando, por lo que juega más para obtener a su vez dinero, y entra así en un círculo vicioso. Hay una falta de control de impulsos. El ya adicto no reconoce el problema.
- Fase de desesperación: el adicto está desbordado por los problemas financieros. Puede llegar a cometer delitos para obtener dinero y seguir jugando.
Pueden coexistir otras adicciones con el juego, como son las drogas. El adicto presenta también ansiedad.
Otra variante, es que no haya dinero de por medio, como en el caso de los videojuegos, pero que limite el tiempo de la persona y le cause gran desasosiego, a la vez que problemas de otra índole: bajo rendimiento escolar o laboral, conflictos familiares…
Hay factores predisponentes a esta adicción: buscar sensaciones fuertes, tendencia general a las adicciones, propensión a la fantasía…
El tratamiento psicológico ayudaría a controlar los impulsos, practicar la relajación, identificar situaciones de riesgo, aprender a resolver conflictos personales e interpersonales…
El coaching, por su parte, colaboraría a establecer objetivos y haría un seguimiento de éstos. El coach sería un motivador en la vida del coachee y le ayudaría a tomar conciencia de sus responsabilidades.