La equinoterapia es el tratamiento a través de la intervención con caballos, de manera alternativa, no invasiva y que no sustituye a otros tratamientos, si no que los complementa.
Se inició en 1917 en el Hospital Universitario de Oxford para atender a heridos de la I Guerra Mundial.
Se basa en que el caballo es el agente rehabilitador y que los movimientos que realiza al paso y que percibe el usuario son como los de una persona caminando, con todos los beneficios que ello conlleva. Se crea una relación afectiva, en un entorno al aire libre y en contacto con otros usuarios. Se estimula, se juega y se fomenta la autoconfianza.
Los usuarios son: a) personas con diversidad funcional, b) en situación de exclusión social y c) personas mayores. Uno de los grupos que más se encuentran en este tipo de terapias son los afectados por el trastorno del espectro autista.
Entre los beneficios cabe destacar: estimulación vestibular y propioceptiva, estimulación táctil, beneficios motores, motivación y mejora emocional, adquisición de nuevos aprendizajes…
Todos estos beneficios no solo se consiguen encima del caballo si no también cepillándolo y cuidándolo, por ejemplo.
Por supuesto, existen contraindicaciones como padecer espina bífida o distonía muscular, entre otros. Por ello, cada intervención debe ser individualizada tras una evaluación previa. Se debe entregar al terapeuta un informe médico que autorice la actividad y obtener el consentimiento del usuario o tutor.
Destacar que se trabaja con caballos entrenados para estas actividades y con personal formado para ello, por lo que es una actividad segura y saludable.