Celebrar el día de la madre puede ser algo muy bonito solo para un porcentaje de la población, porque hay otro porcentaje que ese día no tendrán nada que celebrar.
El papel social que se le adjudica a las mujeres como madres es una fuente de felicidad y de traumas psicológicos también.
¿Qué es ser una buena madre? ¿Qué dice la sociedad sobre este tema?
Se está empezando a saber que traer un hijo al mundo puede ser la causa de una depresión. Cuando viene todo el mundo a decirte que “Felicidades” y “En hora Buena” la mujer puede estar sumida en unos sentimientos que nada tienen que ver.
Hay dos factores fundamentales: el post parto y el síndrome de mala madre.
Los síntomas de la depresión posparto varían y pueden tener una intensidad de leve a grave.
Los síntomas de la tristeza posparto, que duran solo unos pocos días o entre una y dos semanas después del nacimiento del bebé, pueden incluir los siguientes:
Cambios de humor, Ansiedad, Tristeza, Irritabilidad, Sentirse abrumado, Llanto, Poca concentración
Problemas con el apetito, Trastornos del sueño, Síntomas de depresión posparto
Al principio, puede confundirse la tristeza posparto con la depresión posparto, pero los síntomas de esta última son más intensos y duran más tiempo. Finalmente, pueden interferir con tu capacidad de cuidar a tu bebé y realizar otras tareas diarias. Los síntomas en general aparecen en las primeras semanas después del parto.
Sin embargo, pueden comenzar más tarde (durante el embarazo) o hasta seis meses después de dar a luz.
Los síntomas de la depresión posparto pueden incluir lo siguiente:
Estado de ánimo depresivo o cambios graves de humor, Llorar demasiado, Dificultad para establecer un vínculo con tu bebé, Alejarte de tus familiares y tus amigos, Perder el apetito o comer mucho más de lo habitual
Incapacidad para dormir (insomnio) o dormir demasiado, Terrible fatiga o falta de energía
Menor interés y entusiasmo por las actividades que solías disfrutar, Intensa irritabilidad e ira
Miedo de no ser una buena madre
Desesperanza, Sentimientos de inutilidad, vergüenza, culpa o ineptitud, Menos capacidad para pensar con claridad, concentrarte o tomar decisiones
Desasosiego, Intensa ansiedad y ataques de pánico, Pensamientos sobre lastimarte a ti misma o a tu bebé
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio, Si no se trata, la depresión posparto puede durar muchos meses o incluso más.
Psicosis posparto
En el caso de la psicosis posparto, una afección poco común que suele aparecer en la primera semana después del parto, los síntomas son graves. Entre los síntomas se pueden incluir los siguientes:
Sensación de confusión y desorientación, Pensamientos obsesivos acerca de tu bebé, Alucinaciones e ideas delirantes, Problemas de sueño,Demasiada energía y malestar
Paranoia
Intentos de lastimarte a ti misma o a tu bebé
La psicosis posparto puede causar pensamientos o conductas que ponen en riesgo la vida y requiere tratamiento inmediato.
Síndrome de mala madre
Ser madre es una experiencia trascendental que te cambia la vida en todos los sentidos. Recuerdo que vivir mis dos embarazos y mis lactancias me conectó con una parte muy primitiva y muy salvaje dentro de mí. Nuestra naturaleza más animal. Pero no todas las mujeres viven la maternidad de la misma manera. Muchas veces oímos “Siento que no lo hago bien como madre”. Hoy hablamos de estereotipos en la maternidad, cómo nos influyen y qué es el síndrome de la mala madre.
¿Por qué me siento una mala madre? ¿Cómo saber si sufro el síndrome de la mala madre?
Vayamos por partes. Ser madre ha sido durante siglos la finalidad social primordial de la mujer. Procrear, cuidar y encargarse de atender y procurar bienestar. Y tantos siglos de “tradición” tienen un profundo calado en el imaginario social.
Una “buena madre” debía ser abnegada, sacrificada, dulce, cariñosa… y anteponer siempre las necesidades de su familia por encima de sus propias necesidades, no digamos ya de sus deseos o anhelos. Antes de que las mujeres se incorporaran al mercado laboral este concepto de “buena madre” ya era injusto. Pero hoy en día, con la posibilidad (o la necesidad, que ese es otro debate) de desarrollarnos profesionalmente, el concepto de buena madre se ha convertido sencillamente en una utopía inalcanzable.
¿Qué es el síndrome de la mala madre?
El síndrome de la mala madre es un conjunto de sentimientos asociados a un autoconcepto negativo como madre. Es esa sensación de que deberías pasar más tiempo con tus hijos, hacer más cosas con ellos, tratarlos mejor, tener más paciencia… O, incluso, ser más cariñosa o más amable.
Punto número uno. Si ser una buena madre hace unos años implicaba no tener inquietudes ni ambiciones personales y volverte un ser invisible en pro del bienestar de tu descendencia; lo de hoy en día ya es el no va más.
Ser una buena madre hoy en día implica cuidar y atender a tus criaturas con la misma dedicación y abnegación que hace décadas, cuando la casa y la familia eran las únicas responsabilidades de las que se encargaba la mujer; y, al mismo tiempo, desarrollar una carrera profesional exitosa como la que desarrollaban los hombres que no se encargaban ni de la casa ni de los cuidados.
Pero no queda ahí la cosa. Además de todo esto, debes cuidar tu relación de pareja, mantenerte físicamente activa y atractiva, tener relaciones sociales, viajar, ir al gimnasio, seguir formándote, tener aficiones y practicarlas, ser una cocinera fantástica e innovadora… y, todo ello, con una sonrisa radiante de felicidad.
Si además te queda tiempo para narrarlo todo en redes sociales y presumir de ser la diosa de la perfección, mejor que mejor.
Yo, a todo esto, le encuentro solo un pequeño problemilla y es que nos han ido aumentando la carga de “tareas”, pero se les ha olvidado sumarles horas a los días de manera proporcional. Vamos, que a mí las cuentas no me salen.
O sí. Porque en realidad las horas del día siguen siendo 24, así que será cuestión de priorizar y rebajar las expectativas para no pasarnos la vida sintiendo que no llegamos a todo lo que deberíamos llegar, porque abarcar toda esa lista de cualidades y bondades de una buena madre es sencillamente inasumible.
¿Qué hacer si me siento una mala madre?
Últimamente se ha puesto “de moda” incluso presumir de ser una “mala madre”. No, no se trata de vanagloriarnos de tratar mal a nuestros hijos ni de humillar a nuestras hijas. Ya sabéis que en la Tribu CSC apostamos siempre por una crianza respetuosa.
Pero si tener sueños e ilusiones propias, tener amigas, disfrutar de tu trabajo y pasarlo bien, de vez en cuando, sin la compañía de tus peques te convierte en una “mala madre”; entonces, seré la primera en entonar el mea culpa. Lo soy.
Adoro a mi hija y a mi hijo. Soy, además, una madre que encaja bastante en el perfil maternal impuesto. He tenido claro que quería ser madre desde ni recuerdo cuándo y estoy disfrutando de la experiencia de la maternidad como la aventura más salvaje y maravillosa de mi vida.
Y me gusta, de vez en cuando, dejarles en casa de los abuelos y salir a cenar sola con mi pareja. Y me encanta, de vez en cuando, salir sola con mis amigas a compartir vino y risas.
Y sigo teniendo la necesidad de desarrollarme profesionalmente en nuevos ámbitos. Y, a veces, incluso, necesito mi espacio y me escapo al baño para dejar de escuchar “mamá” cada cinco segundos.
Y eso no me convierte en una mala madre. Porque no cambiaría por nada esta experiencia salvaje y maravillosa de ser su madre, de acompañar su camino y crecer de sus manitas pequeñas y tiernas. Y, al mismo tiempo, sigo siendo una mujer más allá de la maternidad.
Y me gusta que lo sepan y lo vean. Que me sepan viva, con sueños, con anhelos, con deseos y objetivos, más allá de la maternidad. Porque ser su madre es solo una parte de lo que soy. Una parte preciosa e importantísima, sí; pero solo una parte de todo lo que soy.
Y me gusta que me sepan imperfecta. Compartir mi vulnerabilidad. Intentar hacerlo bonito, cagarla de vez en cuando, disculparme, sacudirme el polvo y volver a la carga. Porque solo así se sentirán libres de disfrutar de sus propias imperfecciones.
Así que, si tú también te sientes una “mala madre”, ya sabes, solo eres una más del montón. Porque las madres perfectas no existen. Ni ninguna niña o niño las necesitan. Nos necesitan felices, satisfechas.
Nos necesitan suficientemente buenas para aceptar nuestros errores y acompañar los suyos. Nos necesitan libres y dichosas. No tratando de ser perfectas y consumidas intentando encajar en un patrón imposible de alcanzar.
Esperanza Delfín
CEO de la Escuela Transpersonal Holística “Pequeño Jardín” Centro acreditado AICM
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