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Hipócrates de Cos dijo: “deja que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina”. Frase que hace reflexionar y mucho pero, ¿y si tu propia medicación, puede ser tu meditación?

El ritmo de vida en el mundo europeo occidental está lleno de inputs que nos atormenta, ruido que no cesa al empezar el día: ‘whatApp en el móvil personal, whatsApp en el móvil profesional, e-mails de atención urgente, informes que entregar, llamadas que deben ser atendidas, eventos que merecen preparar discursos, reuniones emergentes, contratiempos sobreañadidos, ‘necesidad’ de una vida social activa tanto con núcleos de amigos/as como en redes sociales, afterwork con los/as compañeros/as de trabajo una vez por semana, atención a los familiares, atención a los/as hijos/as, pareja… y un largo etcétera. Toda una inagotable fuente de circunstancias que reclaman nuestra atención y que poco a poco hacen perder nuestra energía interna (chi/qi, según la filosofía oriental) que hacen que nuestro yo interno, como si de una batería de teléfono se tratara, va perdiendo intensidad y empieza a funcionar en modo eco para lograr llegar a casa y busca recargarse al final del día cuando logremos conciliar el sueño al apagar la luz de la habitación.

Finalmente, cuando ese momento llega, paradójicamente nuestra psique sigue estando acelerada, conectada con los estímulos anteriores y por mucho que lo intentemos, no logramos calmarla. La propia excitación de la totalidad del día hace en ella, una transferencia que pese a que estemos agotados tanto física como psíquicamente, los pensamientos y tareas del trabajo, parasitan en nosotros sin cesar, inclusive mientras hacemos el resto de tareas del hogar al llegar a casa, preparando la comida del día siguiente o atendiendo a nuestros/as hijos/as.

STOP. Eso es lo que pide nuestra mente. Llegar a nuestra casa, generar ‘un/a descanso del/de la guerrero/a’, apagar todo ese ruido social (literal y metafóricamente) para que podamos encontrarnos con nosotros/as mismos/as y así recargar nuestro chi/qi.

La meditación, nos ofrece ese momento de encuentro interior, aunque sean 15 minutos, los cuales se consigue apagar todo alboroto externo para poder e intentar conseguir mediante la práctica diaria y la constancia ser conscientes del presente, disfrutar de la atención plena para con nuestros/as hijos/as, familiares, pareja, amistades, poder afrontar con mayor serenidad los contratiempos sin ser reactivos, reír sin

reservas, bailar sin temor a hacer el ridículo, conversar, contrastar opiniones, dar gracias por un fabuloso día más y… sssshhhhh, ¿lo escuchas? Esa calma interior, hace que tu inconsciente esboce una sonrisa que ahora quiere reflejarse en tu rostro.

Muchas gracias estimado/a lector/a por haber leído y haber compartido este pequeño instante.

 

Jorge San José Tárrega

Coach  AICM Nº12797

 

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