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A diario oímos noticias donde se habla de centros de menores, pero poca gente conoce su realidad y funcionamiento. Como educadora social, trataré de explicarlo de la manera más resumida y clara posible. 

Son lugares donde se procura que el menor reciba toda la atención necesaria en un ambiente lo más parecido posible a un hogar familiar. También se proporcionan las habilidades necesarias para una adecuada transición a la vida adulta y autónoma. 

Los principios son el bienestar infantil, el interés primordial del menor y utilizarlo solamente cuando la separación de la familia de origen sea necesaria. 

Se lleva a cabo un plan de intervención individualizado, teniendo en cuenta el momento evolutivo del menor. El objetivo no es sustituir a la familia, sino prestar apoyo. 

Las situaciones que pueden conllevar a su utilización, entre otras, son que el menor sufra daños físicos y /o emocionales de sus cuidadores o no tenga cubiertas sus necesidades básicas. 

El menor tiene derechos reconocidos dentro del centro: protección integral, adaptaciones a minusvalías, derecho a no ser separado de sus hermanos, espacio y tiempo privados, secreto profesional, derecho a expresar su opinión y a que se tenga en cuenta, derecho a actividades lúdicas… 

El proceso de intervención es: 

  1. Conocimiento de una posible situación de desprotección y confirmación de dicha situación. 
  2. Evaluación del caso. 
  3. Plan del caso y selección del Programa de Atención Residencial. 
  4. Admisión en el Centro. Evaluación inicial. Plan de Intervención Individualizado. 
  5. Desarrollo y evaluación continua. 
  6. Evaluación final. Salida del centro. Seguimiento y apoyo. 

La orientación y el apoyo personal deben contener las razones del ingreso, las emociones vinculadas con la separación familiar, la autoestima, las habilidades sociales, autoorganización, valores y preparación para su futuro. 

Las unidades de convivencia tienen una organización, con un espacio propio y equilibrio entre tamaño del grupo y número de educadores. 

Los menores desarrollan su actividad escolar, siempre que sea posible, en los ámbitos comunitarios. Se prevalece la formación escolar frente al inicio prematuro de la actividad laboral. 

Es importante la relación del Centro con la familia de origen en la medida de lo posible. 

Se estimulan y facilitan las visitas al Centro de aquellos amigos y compañeros de colegio que puedan constituir un apoyo para el menor. 

Se evitan prácticas que estigmaticen a los menores. 

Es necesario que la sociedad vea a estos menores como lo que son: niños que necesitan ayuda y amor y sentirse integrados. 

Fátima Fernández Márquez 

Coach AICM Nº12803

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