La parábola de las flores sin aroma nos cuenta la historia de un viejo samurái, muy sabio, a quienes todos le tenían mucho respeto. El anciano hombre siempre hacía reuniones es su casa para impartir sus enseñanzas a los más jóvenes, quienes lo escuchaban con gran interés y atención. Se dice que su fama se extendió por todas las comarcas cercanas y comenzaron a llegar gentes de diversos lugares. El anciano samurái hablaba principalmente de la importancia del desapego y de la importancia de saber erradicar las emociones egoístas del ser. Su discípulo más asiduo era un joven llamado Lino. Él quería aprender todo lo que pudiera del maestro y por eso asistía sin falta todos los días a las reuniones. También preparaba té para todos y se caracterizaba por ser muy servicial. El samurái lo veía con buenos ojos por su humildad y su interés en los demás. Él sería el principal aprendiz de la parábola de las flores sin aroma.
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