Es el color de esta temporada. rosa flúor, rosa palo, rosa vivo, rosa pálido….
¡ROSA FOCA! Es lo que piensas en el probador, embutida en esa camiseta tan mona….
Rosa maquillaje, el único que te permites, en tus mejillas, para darte un poco de alegría cuando vuelves a ponerte tu camiseta de camuflaje. “¿Pasada de moda?, no, no lo creo, y además ¡me sienta tan bien!
Aunque tiene tres años ya y empieza a estar gastadilla. Y me empieza a dar apuro ponerla porque deben de pensar que no tengo otra, y lo peor es que es verdad, no tengo otra que me siente tan bien…. Verano tras verano.
Rosa pastel, el que te comes cinco minutos después para aliviar tu pesar, porque total, ¿qué más da ya? A estas alturas ya no da tiempo a conseguir el cuerpo que me prometí el verano pasado.
Y año tras año sigues igual.
Escogiendo la misma camiseta holgada, el mismo vestido amplio. Buscando desesperadamente el bañador que te haga ese cuerpo maravilloso.
Porque la culpa es de los diseñadores, las tallas y las modelos. Porque parece mentira que a estas alturas no hayan inventado la pastilla milagrosa para adelgazar.
Y, es que, claro, tú no puedes. Mira que lo intentas, pero no puedes. No tienes voluntad, te dices, ni tiempo, ni paciencia. A la vista está, tres veces, TRES, te has puesto este año a dieta y total para qué, ¿eh? Para no entrar en esa camiseta.
No te das cuenta de que sí los tienes:
Tienes voluntad para hacer todo lo que haces cuando no haces lo que deberías hacer: cuidar de ti, de tu bien más preciado, tu cuerpo, tu alma, tu espíritu.
Tienes tiempo: todo el tiempo que dedicas a autolesionarte con los pensamientos negativos que te dedicas. Día tras día, mes tras mes, año tras año.
Tienes paciencia: para esperar, desde que no estás a gusto con tu cuerpo, que éste cambie por sí solo. Esperas pacientemente, sentada en el sofá o en la tumbona, envidiando en secreto a las que “tienen la suerte” de estar delgadas y atraer las miradas que a ti te gustaría atraer.
Te prometes, un año más, que el año que viene será distinto.
Cierras los ojos y te ves, te sientes. Llevas esa camiseta rosa tan mona, que no te pudiste comprar y resplandeces por dentro y por fuera. Un profundo bienestar invade tu cuerpo y tu alma. Te sientes segura. Eres tú. El TÚ que quieres ser.
Decides no dejar pasar ni un minuto más y empiezas a recorrer tu camino.
ESTA VEZ SÍ.