“Todas las flores del mañana están en las semillas de hoy” (Proverbio Indio)
Si las flores pudieran hablar gritarían te amo … decía la letra de una canción de los años 70, tal vez la inspiración de Nelson Ned el autor, nació de algunas noticias que se hicieron públicas sobre unas investigaciones que afirmaban que las flores tenían sentimientos. Basándome en esta posibilidad yo adquirí la costumbre de saludar a mis flores cada mañana, y cuando las arreglaba les decía que eran hermosas y fuertes, y realmente así eran en todas las estaciones del año.
Fue el físico, psicólogo experimental y filósofo Gustav Fechner pionero en psicofísica, quien tenía una concepción del mundo animista, y que creía que cada materia estaba dotada de un espíritu. Por sus investigaciones, en 1848 sugirió que las plantas eran capaces de sentir emociones, por lo cual se podía promover un crecimiento saludable si se les brindaba conversación, atención, actitud y afecto.
Al pasar los años, otros científicos continuaron con estas investigaciones y experimentos, llegando a decir que las plantas ven sin tener ojos, gracias a proteínas sensibles a los fotones, y oyen sin tener orejas gracias a las frecuencias sonoras que estimulan la producción del ácido giberélico, responsable del crecimientos y elongación celular, habiendo muchos más descubrimientos relacionados con la sensibilidad de las plantas, como las actuales investigaciones del catedrático de la universidad de Florencia, Stefano Mancuso (Wikipedia 2020), que junto a sus colegas entrena a las plantas en su laboratorio, descubriendo así la forma como se comunican entre ellas, siendo la mayor sorpresa: que pueden retener información durante 2 meses aproximadamente, lanzando la hipótesis de que a las plantas hay que verlas como un enorme cerebro, difundido por todas sus partes.
“Una vida sin sueños es como un jardín sin flores”
Creo que el mensaje es claro, cuidemos de nuestro entorno, ya que todos nos necesitamos para poder vivir de la mejor manera posible, ellas nos dan oxígeno y nosotros les damos dióxido de carbono. Las flores además de ser un estímulo positivo para nuestra vista, y si atendemos a sus necesidades nos sentiremos felices por los buenos resultados.
Hoy quería mencionar brevemente al Tulipán, que se encontró por primera vez en los montes de Mongolia, siendo llevados luego a Turquía donde se les puso el nombre de Tulipán, por parecerse a los turbantes que se usaban en la cabeza, llamados thoulypen, y entre sus característica está el no tener casi fragancia, y admitir injertos, lográndose con ello unos colores excepcionales desde el púrpura oscuro hasta el rojo intenso, quedando además bien representado en el arte del origami, por lo que les propongo realizar esta figura mientras comparten en familia el tema de la sensibilidad de las plantas.
El origami es el arte de armar figuras de papel, utilizándose como herramienta para estimular las funciones cerebrales como son: la concentración, la observación, el recuerdo y la motricidad fina necesaria para realizar trabajos de precisión entre otras.
Materiales:
- 1 lámina de color verde de 15 cm. x 15 cm. para las hojas, realizando 4 tallos para armar una base.
- 1 lámina del color preferido de 15 cm. x 15 cm. para la flor, realizando 4 flores iguales. Pegamento.
Indicaciones: El Tulipán grande es de 15 cm x 15 cm., las pequeñas miden la mitad.
La Flor: Se trabaja con ¼ de la lámina (Fig.1) y realizar un pequeño corte en la base de la flor para insertarla al tallo
El tallo: Utilizar pegamento Fig. 10 en la base y para unir las bases como muestra la figura 12
El tallo: Utilizar pegamento Fig. 10 en la base y para unir las bases como muestra la figura 12
Me encanto