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Antes de elegir un camino, es importante que tengas siempre presente que, sea cual sea el camino que emprendas siempre habrá aprendizaje, por lo tanto, será una maravillosa aventura para disfrutar y, que al llegar al final del camino te habrá transformado en una mejor versión de ti mismo. Sin embargo, tomarte un tiempo para reflexionar es la mejor decisión que puedes tomar antes de elegir la travesía.

En mi vida he tomado muchas direcciones diferentes, inicialmente partiendo de lo que consideraba que era mejor para mí, teniendo en cuenta lo que se decía de mí o esperaba según como lo interpretaba. Esto mantenía en segundo plano lo que realmente quería para mí, y como consecuencia me hacía infeliz, inconforme, insatisfecho, en definitiva, desorientado y sin un rumbo claro.

Las ventajas o beneficios que he obtenido de mi experiencia y actual camino es lo que espero que alcances al final del recorrido por estas líneas que te comparto. Es decir, una mejor perspectiva sobre ese maravilloso momento que debemos atravesar todos al momento de decidir que dirección seguir: una mejor actitud para acompañar al adolescente a enfrentar las situaciones que se les presentan en esa etapa y a lo largo de la vida.

Dicho esto, comencemos este breve viaje…

Elegir un camino

Cuando tenía aproximadamente 14 años de edad, estaba en la última etapa de educación básica en Venezuela, es decir, 9o grado, todos los profesores hacían énfasis en la importancia de ir pensando en qué carrera universitaria seguir. Paralelamente, esto también ocurría en casa y con toda la familia.

En este momento de mi vida estudiar era una obligación, nunca fue algo que me interesara en un 100%. Sin embargo, había conocido la materia de Dibujo Técnico, que me hacía recordar la mesa de trabajo de un tío de crianza. Dicha mesa era una mesa de dibujo en la que pude ver un mapa de la ciudad de Caracas, era de gran tamaño y para poder visualizar el detalle era necesario un lente muy parecido a una lupa.

Las clases de dibujo para mi eran fascinantes y descubrí que tenía cierta habilidad para realizarla, al punto de que vendía mis dibujos y podía asegurarle a cada compañero cuanta nota obtendría, además de, posicionarme como el 2o de la clase. Esta habilidad se convirtió en una obsesión, llegué a tener equipos de buena calidad para realizar mis tareas, cosa que me enorgullecía. Hasta que llegado el momento de comentar mi elección para estudiar en la universidad alguien me manifestó que era una carrera muy cara y difícil de costear producto de las circunstancias económicas en la que se encontraba la familia.

Seguí disfrutando el Dibujo Técnico, empujado por la obligación de culminar el bachillerato y un tanto desorientado hasta que llegado el 10o grado (1er año del ciclo diversificado), conocí la materia de Psicología. Esta materia me fascinó tanto como la de Dibujo Técnico, pero, con cierta particularidad porque me sentía diferente y ella me planteaba la posibilidad de conocer como funcionaba yo y cómo funciona el ser humano desde el punto de vista conductual.

Llegado este momento surgió, nuevamente, la inquietud en la familia de qué carrera universitaria procuraría estudiar, a lo que manifesté sin dudarlo; “quiero estudiar Psicología”, obteniendo como respuesta que, “la psicología es un área con poco futuro”.

Esto, finalmente, sepultó mi interés universitario y me ahogue en mi confusión, indecisión y capacidad para saber que elegir, por lo que, terminé el bachillerato e ingresé a trabajar en una empresa de aduanas.

Esta particular experiencia en mi adolescencia, como se habrán dado cuenta, matizada con gran controversia propia de la edad que debemos atravesar todos, y en lo personal, con las dificultades y debilidades individuales al momento de elegir qué camino seguir, además de las creencias que se deben superar en lo social y familiar terminaron llevándome por una travesía a la deriva.

En esta etapa de nuestras vidas es difícil aceptar el peso que conlleva la responsabilidad, pero es una transición que debemos supera- Esto se debe a qué decidir lleva consigo un cambio de la posición en la que se está a aquella en la que se desea o se podrá estar a consecuencia de la decisión que se tome y el esfuerzo sostenido para lograrlo. Ciertamente, esto genera estrés porque dicho cambio afectará significativamente la zona en la que me encuentro. Esta zona está generalmente relacionada con el confort y el miedo a lo desconocido paralizando para no tomar una decisión

Aunado a esto, si no se cuenta con el apoyo necesario y por el contrario se percibe como insuperables las dificultades del camino, difícilmente, se tomará una decisión. La peor de las decisiones es no tomar una decisión, aunque no elegir es también una decisión. El punto es que no hacerlo prolonga la insatisfacción y el desarrollo correspondiente del individuo.

Con respecto a lo comentado hasta el momento creo conveniente traer a colación lo planteado por Carmen Rodríguez (2021), Psicóloga y doctora en educación, UNICEF Paraguay:

“El tiempo de la adolescencia es un tiempo de cambio, es un tiempo de transformación, es un tiempo lleno de vida, también, es un tiempo lleno de duelos, de perdidas, de cosas que no se saben y que no se comprenden, es el tiempo de la alegría, también, es el tiempo de la fragilidad, es el tiempo de la langosta. Porque las langostas pasan por ese tiempo donde pierden el caparazón que tenían y sale otro, y en ese tramo en que ya no tienen la vieja caparazón y todavía no ha salido la nueva las langostas se menten debajo de las piedras. Entonces, la adolescencia es un tiempo de confrontación generacional. Por supuesto, que este rasgo es uno de los rasgos más molestos de ayudarlos a crecer. Porque los adolescentes nos van a discutir, nos van a confrontar, pero, necesitan dos cosas sustantivas: la primera; es que los dejemos crecer y que los reconozcamos como personas que tienen su propia opinión. Y la segunda; paradójicamente, es que no abdiquemos de nuestro punto de vista de las cosas.

Necesitan encontrarnos vivos y firmas, no autoritarios, pero, sí, firmes en lo que pensamos y cómo vemos las cosas”

Nuestras creencias nos pueden limitar, del mismo modo pueden potenciar las habilidades, aptitudes o destrezas de los adolescentes bajo nuestra responsabilidad como padres, representantes o responsables. Por lo tanto, es conveniente ser consciente de ellas.

Creencias

Una creencia es una idea o pensamiento de algo que consideramos verdadero, el conflicto nace cuando notamos que dicha creencia interfiere en nuestro desarrollo o desenvolvimiento con respecto a las metas u objetivos que nos trazamos o asumimos.

Eso que consideramos verdadero constituye un concepto frente a una situación bien sea por experiencia, adopción o herencia de la idea, esta acción no es buena ni mala, pues, el objetivo es evitar el dolor, procurar confort y preservar la integridad.

Desmontar la creencia puede considerarse como poner en riesgo la vida o la perdida de la libertad, puede generar un miedo que termina paralizándote, eso fue lo que me sucedió y preferí dejar que pasara el tiempo.

Pero, como la vida está sustentada en algo que nos supera y que nos sostiene, me topé nuevamente con esa sensación fascinante en mi etapa de bachillerato cuando producto del enamoramiento decidí licenciarme en Administración. Fue durante los últimos semestres de la

licenciatura cuando me encontré con un taller sobre toma de decisiones, el cual me llevó nuevamente al terreno conductual y actitudinal del ser humano.

Y es que toda interacción está afectada directamente por la conducta y actitud adoptada por los interlocutores. De allí la importancia de comprender qué es una creencia.

Con respecto a las creencias, Wolfgang Hoffman (2013), en su libro Creencias Limitantes, indica cómo se forman las creencias:

“Las creencias tienen que ver con el crecer y transitar por la vida de los individuos. Entre los factores que tienen mayor peso en la formación de las creencias, después de la carga genética de cada persona, están la educación; la relación padre-hijo en la primera infancia; los medios de comunicación; los amigos y figuras, cercanas o no, con influencia, a las cuales hemos creído; prácticamente todo lo que nos han dicho o enseñado”.

“Las creencias básicas son aprendidas por los niños entre 0 y 8 años de edad. Es en esta etapa donde, a través de la relación con sus padres, el niño inocente, y desde la confianza absoluta frente a su interlocutor, absorbe muchos de los patrones básicos que regirán su pensar, sentir y actuar en el futuro”.

Estas creencias pueden acompañarnos durante toda la vida y no serán cambiadas hasta que seamos conscientes de que ya no son funcionales y conscientemente hagamos el esfuerzo por cambiarlas o flexibilizarlas. Además, podrán ser adoptadas o heredadas por nuestros hijos y entorno con el que nos interrelacionamos en la medidas que se consideren funcionales. Pero, en el caso de nuestros hijos son heredadas y es que nuestros hijos creerán lo que sea que les digamos, somos la principal referencia y ejemplo a seguir, de allí la importancia de conocernos más y mejor.

Comprender esto no ha sido fácil para mí, pero ahora puedo ver ampliamente lo que me sucedió en aquel momento y a lo que me he tenido que enfrentar en innumerables situaciones de mi vida. La dificultad para desmontar una creencia.

Este inconveniente está estrechamente vinculada a las emociones y los recuerdos, los cuales permanecen en la memoria estrechamente relacionadas con las emociones, como lo mencionaba.

Gestión emocional

Aún cuando a partir de 1995, gracias a Daniel Goleman, se habla con mayor propiedad sobre el desarrollo de la inteligencia emocional y se han hecho grandes esfuerzos para multiplicar el extraordinario planteamiento, hoy continuamos teniendo inconvenientes y grandes dificultades como consecuencia de sufrir secuestros emocionales.

Todas las generaciones anteriores a los años 90 no tuvieron herramientas suficientes como las actuales, ni la oportunidad, estructuralmente hablando, de desarrollar su inteligencia emocional, esto a causa de que se creía que lo importante era el alcance de un coeficiente intelectual superior o sobre la media sugerida de acuerdo al tipo de actividad a realizar.

Con respecto a esto Daniel Goleman (1995), dice en su libro “La inteligencia Emocional”:

“El viejo paradigma proponía un ideal de razón liberada de los impulsos de la emoción, El nuevo paradigma, por su parte, propone armonizar la cabeza y el corazón. Pero, para llevar a cabo adecuadamente esta tarea, deberemos comprender con más claridad lo que significa utilizar inteligentemente las emociones”.

Hoy en día se encuentra más difundida la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional y está claramente demostrado que mantener e incrementar la difusión garantizará la evolución del ser humano aumentando su capacidad para enfrentar las situaciones que se le presenten desde el punto de vista personal, colectivo y social a través de la gestión de sus emociones.

Es de vital importancia el desarrollo de la inteligencia emocional de los padres, lo cual tendrá un efecto positivo en la crianza de sus hijos. Goleman (1995), en su libro “La inteligencia Emocional”, muestra resultados de estudios importantes sobre niños de diferentes edades con padres en los que predominaba un estado emocional agresivo, depresivo, violento, entre otros, en contra posición con padres emocionalmente desarrollados. Dichos estudios demuestran, entre otras cosas, el desarrollo de habilidades de los niños cuyos padres eran emocionalmente inteligentes, habilidades que no estaban presentes en los otros debido al poco desarrollo de la inteligencia emocional.

Al respecto de lo antes mencionado dice:

“La vida familiar es la primera escuela de aprendizaje emocional; es el crisol doméstico en el que aprendemos a sentirnos a nosotros mismos y en donde aprendemos la forma en que los demás reaccionan anten nuestros sentimientos; ahí es también donde aprendemos a pensar en nuestros sentimientos, en nuestas posibilidaddes de respuesta y en la forma de interpretar y expresar nuestras esperanzas y nuestros temores”.

Esto demuestra la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional para el desarrollo de un individuo sano y la evolución de la humanidad.

Tu elección

Contar con el desarrollo de tu inteligencia emocional te lleva a gestionar eficientemente tus emociones y poder superar cualquier obstáculo, enfrentar cualquier situación de manera asertiva y, en definitiva, evitar arrebatos emocionales de los cuales te puedas arrepentir.

Si eres padre o madre contarás con la mejor de las herramientas para apoyar a tus hijos, en consecuencia, harás de ellos unos individuos más seguros, capaces de comprenderse así mismos y comprender a los demás.

Comprenderás que la personalidad está determinada por el temperamento y el carácter, y que este último se moldea en la medida que aceptas, reconoces y gestionas tu temperamento. El desarrollo de la inteligencia emocional permitirá elegir el mejor camino a seguir para ti respetándote, aceptándote y manteniendo tu criterio, y, al mismo tiempo respetando y comprendiendo a los demás.

Reconociendo tus emociones y desmontando tus creencias definitivamente podrás elegir libremente el camino a seguir, con amplia capacidad para superar las adversidades propias de tu elección y enfrentar la incertidumbre.

 

Segundo A. García

Coach AICM Nº13420

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