Comparte

 

Soy defensora de la psicología positiva. La psicología positiva surgió por la necesidad de potenciar las fortalezas de las personas y no centrarse solo en las conductas o pensamientos patológicas.

La considero esencial. La psicología positiva no te obliga a sentirte feliz. Quien diga eso, es que no tiene idea de qué es la psicología positiva. Lo que pasa es que se abusa del adjetivo “positivo” y muchas veces se aplica sin criterio ninguno.

Otra cosa es intentar mantener una actitud positiva ante la vida. Eso también es muy importante, casi esencial diría yo para hacer frente a las adversidades; por ejemplo a la que estamos viviendo ahora con la pandemia. Unos lo llevamos mejor, otros lo llevan peor. Pero nadie quiere sentirse mal ahora (ni nunca).

En estos días he estado hablando con personas a las que quiero mucho. Una de ellas, trabajadora de una residencia de ancianos, con una positividad enorme (una de las personas más positivas y fuertes que conozco) me decía algo como que siendo tan positiva, hay ratos en los que hace falta derrumbarse. Y sí, estoy totalmente de acuerdo.

Somos humanos. Somos seres emocionales, sufrimos. Nos hundimos. Lloramos. Tenemos miedo. Nos podemos sentir saturados, cansados, abrumados, agotados… y más en estas situaciones. En las residencias y hospitales se están viviendo momentos muy duros (tanto trabajadores como pacientes) y ya hay casos de estrés postraumático. No por ser débiles o por no pensar en positivo, no. Esto sucede porque las situaciones que algunas personas están viviendo son tremendamente desgarradoras. Y porque somos humanos, no robots.

Otra de las personas con las que estoy hablando bastante es con una persona con trastorno del estado de ánimo, conocido como depresión; depresión crónica. Lo está pasando muy mal. Intenta pensar en positivo, pero no puede. No puede: es totalmente incapaz. Que no opine nadie que no haya pasado una depresión grave, por favor. Quien la haya pasado sabe que realmente a veces, no se puede.

En mi opinión me parece una falta de empatía (incluso de respeto diría yo) hacia uno mismo autoimponerse el pensamiento positivo durante 24 horas al día. Eso no es sano. No lo es.

¿Qué hacer cuando llegan pensamientos negativos a la mente? Observarlos, experimentarlos y aceptarlos. Porque somos humanos y sufrimos.

Una de las bases de Mindfulness es la aceptación. Y recordemos que “aceptación” no es “resignación”. Negar la negatividad, negar el miedo, negar el agotamiento y negar que a veces imaginamos un futuro muy oscuro en nuestros negocios, en nuestra economía o en nuestra salud es absurdo.

¡¡Yo a veces tengo miedo!! ¡¡Y a veces lo veo todo maravilloso!! A veces me río, me río muchísimo. Hay que dar rienda suelta al humor, es un buen protector. Incluso en estas situaciones, sí. Sobre todo en estas situaciones: reír es medicina para el alma. No te sientas mal si algo te hace gracia y te ríes a carcajada limpia, aunque tu vecino esté pachucho. Ríe todo lo que puedas, que esa risa te está protegiendo.

Pero haz lo mismo si tienes ganas de llorar: llora todo lo que puedas, no te guardes el miedo, ni el dolor, ¡¡sácalo afuera!!; que ese llanto también te está protegiendo.

Y sobre todo: no le des la espalda a alguien que no es capaz de ver positividad por ningún lado porque esa persona lo está pasando seguramente mucho peor que tú.

Esforzarse por estar bien es maravilloso. Pero aceptar que te sientes mal, es muy humano.

Que la dictadura del pensamiento positivo no te convierta en un robot.

Feliz momento

 

Nieves Casanova