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Miré a mi alrededor y descubrí que la mesa estaba llena de papeles desordenados, hojas en blanco por escribir y que sin embargo en algunas de ellas había garabatos con mil letras que mezcladas entre ellas formaban palabras y números, entonces, me retiré de la silla y dejé caer mis brazos fuera, como si el agotamiento de una vida me pidiera descansar.

¿Que había ocurrido?

En un corto espacio de tiempo, o así lo percibía yo, todo estaba desordenado a mi alrededor, era mi propia vida, que sin darme cuenta me agotaba, estaba acumulando ideas, trabajo sin acabar, algo en mi, me gritaba desde el silencio, que debía de parar, sin embargo, lo mas importante era que había dejado de fijarme en que las hojas seguían en blanco porque ya nada fluía desde el corazón.

Me pregunto: ¿por qué nos dejamos por escribir historias que nos hacen cada día ser un poco mas felices? o ¿por qué no llenamos nuestros libros con letras de vida, con bonitas historias, que descartamos en el transcurso del día y que al final solo restan en hojas vacías de vivencias personales?

Trabajamos y corremos con tanta velocidad que a veces nos olvidamos de vivir, de alimentar aquellas pequeñas sonrisas que nos han regalado, aquel niño al pasar por nuestro lado o la abuela que con cariño nos ha explicado lo que fue su tropezada  juventud, olvidamos esas sencillas cosas que no nos parecen importantes y en cambio llenan nuestras hojas de letras que se enlazan formando grandes historias.

Así que os propongo hacer algo, vamos a ordenar nuestro pequeño escritorio ahora mismo y vamos a elegir dos preciosas carpetas, una la marcaremos en rotulador rojo para no olvidarnos nunca de “lo que me resta en la vida” y la otra  en verde, el color de la esperanza, para recordar “lo que en la vida me suma” de esta manera nos acordaremos que cada día debemos meter en ellas, hojas llenas de vivencias importantes, tanto en una como en la otra y hacerlo sin temor a recordarlas,  para que así estén equilibradas.

Cuando finalice el balance del año, tendremos las dos carpetas llenas con nuestras propias vivencias, aquellas que gustándonos o no, son parte de nosotros.

 

Virginia Bernal Barrio

Coach AICM Nº 12734

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