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“Escribir es la manera más profunda de leer la vida”. francisco umbral

Tomar una tila, respirar hondo, dormir bien… A las múltiples estrategias para vencer los nervios antes de cualquier prueba o situación que genere estrés, se suma la escritura. Una investigación publicada en la revista ‘Science’ (es una revista científica y órgano de expresión de la American Association for the Advancement of Science, la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia) recalca las bondades de reflejar por escrito las emociones hacia la prueba-examen o similar a la que vayamos a someternos. Esta práctica libera la presión mental y favorece los buenos resultados.

 

“Una intervención de 10 minutos, previa a la prueba o situación generadora de estrés, puede prevenir el agobio y mejorar la actitud, sobre todo entre estudiantes universitarios o personas sometidas a situaciones de estrés en su vida diaria y que habitualmente se pongan nerviosas”, sostienen Gerardo Ramírez y Sian L. Beilock, de la Universidad de Chicago (EEUU).  Como recalcan estos autores, la sensación de nerviosismo que muchos sienten antes de someterse a una prueba ‘emborrona’ la memoria a corto plazo. Esto se suele traducir en una peor actuación y, por tanto, en un rendimiento más bajo de lo esperado.  “Escribir alivia la carga de las preocupaciones al ofrecer una oportunidad para reevaluar la experiencia estresante”, afirma este informe.

Estudiantes más o menos estresados (ensayos de neurociencia)

Dos de los ensayos se centraron en estudiantes universitarios a los que se reunió para realizar un par de pruebas matemáticas. En la primera prueba se les pidió únicamente que hicieran un test lo mejor posible. En la segunda, antes de empezar, se les introdujo un poco de presión ‘extra’. Entre otros temas, se les habló de una recompensa monetaria para el que mejor lo hiciera. A continuación, algunos de ellos tuvieron la posibilidad de escribir sobre los sentimientos que les producía la inminente prueba o escribir sobre otro tema no emocional; el resto de participantes, esperó 10 minutos sin tarea asignada, sin hacer nada. Los datos obtenidos hablaron a favor de los estudiantes que decidieron expresar sus nervios previos al examen.

Para corroborar estos datos, los investigadores decidieron desplazarse a un entorno real – no organizado para el ensayo -. En dos ocasiones, analizaron el impacto de esta práctica con cincuenta estudiantes de instituto. Antes de realizar su primer examen final, la mitad de ellos contó con la posibilidad de escribir sobre sus sentimientos hacia la prueba. Y al resto se les pidió que pensaran sobre un tema que no fuera a caer en el examen, si podían. El resultado fue claro: “Cuanta más ansiedad presentaron los estudiantes que NO escribieron sus sentimientos, menor fue su nota”. Para los estudiantes, que pusieron por escrito sus temores, resultó ser una práctica que fue especialmente eficaz en jóvenes que decían sentirse nerviosos ante los exámenes.  “Un escrito corto y expresivo reduce los fallos en el rendimiento que se asocian a la presión propia de los exámenes”. Pero aclaran los investigadores:

“No vale cualquier tipo de escritura sino la que sirve para expresar las preocupaciones sobre la inminente situación de estrés”.

Pepa González

Coach AICM Nº 12260

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