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Miércoles, un día más un día menos. ¡Pues bien, no hay que perder la esperanza!

Mi yayo decía que -“la esperanza era verde y se la comió un burro”- y aún así nunca la perdió. Asumió todo aquello que le venía y en lugar de quedarse parado provocaba acciones para seguir adelante. Generación de hierro que por muy mal que fueran las cosas aprendió, si ya, ya lo sé, a base de golpes a no decaer nunca. Pero, ¿acaso no es lo mismo de lo mismo en cada generación? Esa generación tuvo sus pedruscos en el camino y otras tienen otros con distinto nombre y color.

La idea principal la cuestión es que hay que aprender a superar y superarse. Que siempre se puede hacer “algo más” a excepción de contadas ocasiones.

Que siempre sale el sol, decía la señora Antonia, -“no hay sábado sin sol ni domingo  sin amor”-. y aquí estamos en cuarentena, creando lazos todavía más fuertes con personas (hay esas mamás) que codo a codo han compartido sus vidas.

De aquí, de esta situación, el ser humano debería sacar lecciones. De los errores se aprende. Si, “a la fuerza ahorcan” decía otro refrán. Pero como dos líneas continúas sacamos otras cosas más positivas, acciones, valores, empatía, solidaridad, amor, amistad. Olvidamos rencores y fortalecemos relaciones. “Hoy por ti mañana por mí”, el refranero no se equivoca. Y como decía otro refrán -“no hay mal que cien años dure…-“preparemonos para el cambio y por favor, después de esta situación, cuando podamos volver a la calle, a los parques, a comprar, a conducir,  recordemos el sabor de la gran humanidad que disfrutamos de cada momento de cuarentena.

En mi corazón siempre guardaré y agradeceré aquello que me disteis y qué llenó de una intensa luz esos momentos tan amargos.

Concheta León

Coach  AICM nº12589

 

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