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El mayor error que cometemos cuando estudiamos algo que nos apasiona es pensar que ese conocimiento será suficiente para convertirlo en nuestra profesión.

Estamos acostumbrados a la estructura de empresa. Es decir, tú estudias algo y entras en una empresa donde te ayudan a ponerlo en práctica. Cada empresa tiene su propia dinámica, sus propios valores, su propio horario… su propia forma de trabajar.

Tienes fines de semana y vacaciones para desconectar. Tienes directrices que seguir y muchas áreas de las que no tienes ni conocimiento porque tú te encargas de que funcione correctamente una parcelita de toda esa maquinaria.

Pero no es así cuando emprendemos.

No hay nadie a quien consultar dudas, pedir opinión, consejo. Muchas personas regalan consejos y te dicen qué hacer y cómo hacerlo… pero la inmensa mayoría no ha seguido el camino del emprendimiento.

Y de repente, te encuentras en la más absoluta soledad.

Con mucho conocimiento pero sin saber hacia dónde tirar ni cómo ponerlo a disposición de los demás. Puedes detectar, sentir a esas personas a las que quieres (y puedes) ayudar, casi puedes tocarlas… pero algo te está impidiendo llegar a ellas.

La ilusión del principio empieza a apagarse. La incertidumbre, las dudas, la inseguridad… empiezan a matar tu precioso sueño de ayudar a los demás.

Y te preguntas: ¿De verdad esto va a ser así siempre?

Las 24 horas del día pensando qué publicar en redes sociales, porque “tienes que compartir contenido de valor”, dicen. ¿De valor para quién? ¡Si yo lo que quiero son clientes!

Ante la posibilidad de hablar con un posible cliente chocan la alegría y la ansiedad. ¡Por fin alguien que me va a contratar! Pero… ¿qué le voy a ofrecer? ¿Cómo le digo el precio? Quizás es muy caro… no lo va a querer pagar.

Le voy a decir un precio más bajo. ¿No? (de nuevo, no hay respuesta)
Y así, empezamos muchos: casi regalando sesiones o procesos de coaching. No es sostenible, por supuesto.

Los días cada vez son más grises, más cansados de no conseguir resultados. ¿Sientes que vas dando vueltas por la pista, gastando neumático y combustible sin lograr despegar?

Se empiezan a acomodar el agotamiento, la frustración, la decepción… Yo estuve así hasta que conocí a mi Coach.

De su mano, con acompañamiento y un paso a paso, creé mi negocio. Definí mi cliente ideal, creé mi programa, cambié el concepto de “sesión de ventas” y empecé a seguir un plan de acción. ¡Por fin dejé de ir como pollo sin cabeza!

Gané seguridad porque sabía qué paso debía dar en cada momento. Cuando hablaba con una persona sabía qué decirle porque sabía qué podía ofrecerle (si es que yo decidía trabajar con ella).

Y llegaron los primeros clientes. Recuerdo la alegría del primer ingreso que recibí. Porque ésa era la señal de que sí, se puede. Ya había emprendido oficialmente. Ya no era un hobby bonito. Ahora es mi trabajo (remunerado).

Y es que sabes una cosa…
Todos necesitamos ayuda cuando empezamos.

Si crees que necesitas esa mano amiga, puedes reservar una sesión gratuita con nosotros sin compromiso ninguno, donde veremos tu situación actual, tu sueño y objetivo y cómo puedes llegar a él lo más rápido posible.

+34 615461039

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