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“La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa” (Albert Einstein)

Comúnmente sabemos que chivo se le llama a la cría de la cabra; cuenta la historia que en la antigüedad, algunas religiones utilizaban un chivo para descargar simbólicamente sobre él las culpas de todo el pueblo, en sus fiestas de la expiación.  La expiación es la eliminación de la culpa a través de un tercero, por lo que podemos entender que, el chivo al cargar las culpas ajenas era una víctima, que los sacerdotes ofrecían en sacrificio para conseguir el perdón celestial, ese animalito es conocido como “Chivo expiatorio” y es el nombre que se usa en la actualidad para referirse a una persona que es víctima de una situación.

Se da el caso de que, en el acoso escolar o bullying, que ha existido desde siempre entre los escolares, en la actualidad ha pasado de ser algo normal, a un problema social y considerado un delito contra la integridad moral. En este tipo de problema donde la agresión es repetitiva contra una misma persona a quien llaman “el chivo del grupo” o chivo expiatorio, se distingue la actuación del acosador y de los espectadores. Se hace difícil imaginar que esta situación de violencia se produzca entre niños y que muchas veces las consecuencias lleven a la víctima, en el peor de los casos, hasta el suicidio, las víctimas llegan a creer que no hay quien pueda ayudarlas, se sienten solas, tiene miedo, sufren mucho y creen que la mejor forma de acabar con su sufrimiento, es acabar con su propia vida.

Hay muchas historias reales, algunas de ellas ya no pueden ser contadas por las propias víctimas porque ya no están entre nosotros y otras historias en las que las víctimas se animaron a hablar y pudieron defender sus vidas, como es el caso de Iñaqui Zubizarreta, ex-deportista español, a quien en una de sus entrevistas le preguntaron: ¿Cómo pueden distinguirse las “bromas” de una situación de acoso? Y él respondió: “cuando esas bromas causan sufrimiento a alguien, dejan de ser bromas”; así de simple estimados lectores; esta situación del acoso escolar cada vez está siendo más investigada y se ha llegado al consenso de que la única solución es “Tolerancia cero” y ¿qué significa esta solución?, pues que el ataque no debe quedar silenciado, la víctima tiene que hablar, los espectadores tienen que comunicar y pedir ayuda inmediata, sin dudarlo, si fue un mal entendido se sabrá, pero lo importante es que no se repita la situación de burla, ataque o maltrato físico, nadie tiene derecho a infligir sufrimiento a nadie, por ningún motivo. ¡Todos contra el acoso escolar!

La recomendación a los padres, es poner mucha atención a los cambios de conducta de sus hijos durante toda la etapa escolar, el cambio de conducta de los niños es una señal de que algo está pasando; como dice el Dr. en psicología e investigador Iñaki Piñuel: el acoso escolar es un proceso, que tiene 4 fases y se debe actuar ya en la primera fase, no debe confundirse con un “conflicto”, el acoso escolar no es un conflicto, es violencia, por lo que no cabe la mediación. Así de claro y tajante es la “tolerancia cero” y los padres tienen el deber de ayudar a sus hijos, sean hombres o mujeres, interviniendo ante el profesorado, para que ellos puedan actuar de la manera más adecuada, sin multiplicar el daño, porque el agresor también es un niño, víctima de su propia realidad. El acoso escolar o bullying tiene otra modalidad, que es a través de internet, el llamado ciberbullying, donde el acosador puede ser cualquiera; sea cual sea la forma de acoso, la solución siempre será, hablar, pedir ayuda a los mayores, y si la situación continúa, denunciarlo ante las autoridades competentes. Otra recomendación es que el niño participe de actividades extraescolares que le gusten, hacer nuevas y buenas amistades con las que pueda pasar momentos agradables.

“Si no hay héroes que te salven, te tienes que convertir en héroe” (Denpa Kyoshi)

En la situación del acoso escolar, así como en cualquier otro tipo de acoso, se observa claramente la falta de empatía, es decir la falta de capacidad para poder comprender y entender los sentimientos de las otras personas, la empatía es considerada un valor que ayuda a la integración social. Hay niños que desde muy pequeños, muestran una gran sensibilidad emocional, lo que facilita el desarrollo de la empatía, pero también se les puede enseñar a desarrollar esta cualidad con el ejemplo desde casa, no humillando a otras personas por ser diferentes en raza o color, no burlándose de los más débiles o de los que tienen algún defecto físico, también hay que darles seguridad a ellos de que no están solos y si tuvieran algún ataque por parte de sus compañeros deben comunicarlo para que no se repita. Para suscitar un momento de confianza con nuestros niños y hablarles de la empatía, como un noble sentimiento y de los peligros con los que pueden encontrarse, les propongo realizar un chivito en origami. El arte del origami es la técnica de armar figuras de papel, doblando, desdoblando y siguiendo los trazos que se marcan, ayuda a desarrollar la concentración, la creatividad, fortalece la motricidad fina, y el sentimiento de satisfacción consigo mismo al haber logrado el desafío propuesto.

Materiales:

  • 1 lámina de papel de 15x15cm.
  • 1 trocito de alambre forrado para darle volumen al cuerpo y se colocará en la espalda a la altura de las patas delanteras
  • 1 rotulador para pintar los ojos

 

 

 

María Mizuno

Coach AICM Nº 12154

 

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